El día era hermoso. Los pájaros de siempre estaban, como siempre,
cantando en aquel roble que había en el jardín de la casa de al lado.
Los niños pasaban por la calle con rumbo a la escuela como todos los
jueves. En casa todo estaba en el mismo lugar de siempre. El perro
seguía siendo el mismo, mis hermanos, mis padres, todo parecía estar en
orden. Pero en mi alma había un gran vacío: ya no estabas tú.
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